II Feria del libro de Navahermosa 2024

 

El fin de semana pasado volví a la Sierra de Aracena. A pesar de ser final de junio, nos recibió con agua, tormentas y aire fresco. Eso, lejos de ser un inconveniente, nos permitió pasear por sus pueblos y senderos, algo que siempre me da energías y me inspira. Uno de esos lugares era la aldea de Navahermosa, y recordé que no había escrito aquí sobre ella y su feria del libro. Tenía que solucionarlo, porque se lo debía a los organizadores y habitantes.

Esta feria, el lugar y sus gentes ha sido todo un descubrimiento. Me habían invitado a presentar el libro, pero por cuestión de agendas no fue posible, pero no importa, porque tuve la oportunidad de presentarlo en la feria y compartir esa experiencia con los organizadores, Esther y Manuel, los habitantes, y con otros escritores, algunos de ellos los conocí en la feria del libro de Aracena y fue un placer volver a coincidir.

Tengo que decir que conocer Navahermosa y sus gentes, convivir un día con ellos, ha sido una de las experiencias más gratificantes que he disfrutado desde que empecé esta aventura.

Resulta gracioso que la humildad con la que me hablaban de la feria, explicándome que era muy pequeña, no me preparó para lo que me esperaba. ¿Pequeña? Sí. Pero especial, también. Tenéis que entender que en la aldea sólo viven permanentemente treinta personas, así que imaginad lo que es organizar una feria del libro. Pero para eso está la Asociación Navahermosa Viva Participa, formada por sus habitantes y gentes de los alrededores, y que está involucrada en promocionar la cultura y las costumbres del lugar. El ver como los habitantes se vuelcan en estas actividades, es digno de mención.

Al entra en aquella pequeña aldea, en pleno corazón de la Sierra, lo primero que nos sorprende es una señora que nos saluda efusivamente y nos explica que podemos aparcar en la estrecha calle, que ellos han quitado sus coches para dejarnos espacio. Me siento como una invasora, pero una invasora bien recibida.

Comenzamos el recorrido por la aldea hasta el lugar donde se celebraría la feria. Nos reciben unas columnas repletas de libros, balcones y ventanas también habitados por los personajes de los libros que los ocupan. Además de carteles con citas literarias que invitaban a pararnos, leer y meditar. Unas huellas nos indican el camino a seguir. Llegamos al corazón de la feria, al aire libre, un escenario preparado para las presentaciones, mesas para los libros que harían las delicias de los asistentes, juegos preparados y el entusiasmo de todos.

La gente se acercaba a interesarse por los ejemplares que se les ofrecía, preguntaban, charlabas con ellos, les explicabas con calma, disfrutando del momento. Ellos contaban anécdotas e historias del lugar, experiencias personales y preguntaban, con orgullo justificado, que nos parecía la feria.

¿Y qué me parece? Me encanta, es especial y única.

A mediodía, una parada para tomar fuerzas, pura convivencia entre los participantes.

Después me tocaba presentar, pero el tiempo decidió teñirse de negro y el cielo se abrió, el agua cayó a raudales, obligándonos a trasladarnos al salón multiusos aledaño. Un salón usado por los vecinos como punto de encuentro, biblioteca, sala de reuniones, presentaciones, club de lectura, centro de actividades. Se puede decir que es el corazón de la aldea.

Fue allí donde Miriam, Roberto, Jesús, Marta, Migue, y varios personajes más, salieron a la luz y se quedaron para siempre vagando por aquellos parajes, gracias a todos los que han leído “Bajo la línea del paraíso”

En definitiva, la Feria del Libro de Navahermosa es para vivirla. Espero que continúe su andadura. Y, siempre que me resulte posible, intentaré compartir tiempo con esa maravillosa comunidad. Ha sido un placer conocer a todas las personas que ponen el corazón en esta feria: los integrantes de la Asociación y los habitantes de esta preciosa aldea.
















Comentarios

Entradas populares de este blog

Réquiem (M. H. Bañón)

Mi infancia son recuerdos de un patio, donde madura el limonero.

A la mierda San Valentín