La primera vez

Hoy quiero hablar de la primera presentación de mi novela. Decir que estaba histérica es poco. Culminaba una época de vértigo que se inició en marzo, cuando el manuscrito pasó a mano de los lectores cero. Dar ese paso no fue fácil, a pesar de que todos eran mi gente. Para alguien que no se dedica profesionalmente a escribir, que siempre ha guardado lo que ha puesto sobre el papel para sí mismo, mostrarlo en público, aunque sean sus íntimos, da vértigo. El miedo a las reacciones, la inseguridad, el sentido del ridículo… Todo contribuye a que ese tiempo que pasa, lento para quien espera, se haga eterno y tu yo interior, ese que no confía en ti, campe a sus anchas haciendo que te arrepientas cada día de haber dado el paso.

Pero ese tipo se tuvo que callar cuando empezaron a llegar las opiniones, y lo que me había planteado como algo para pasar el rato comenzó a transformarse en un proyecto más complejo. Lo que iba a ser imprimir y encuadernar para tener un recuerdo pasó a ser el principio de una locura. Sorprendiéndome a mí misma di el salto y decidí publicar.

Debo confesar que desconocía por completo como funciona esto de editar y publicar un libro. Tantos años leyendo, y nunca había sentido curiosidad por el proceso que hacía que yo tuviera entre mis manos aquel objeto que tanto me hacía disfrutar. ¡Qué injusto! Para mí estaban el escritor y el lector, los engranajes que componían la maquinaria estaban completamente ocultos. Pero no tuve más remedio que ponerme las pilas y entrar de lleno en ese mundo. Por suerte los escritores ahora tenemos unas herramientas que antes no existían. Internet nos permite acceder a información y contactar con profesionales. Y ahí estaban las editoriales, los correctores, ilustradores, maquetadores, imprentas y reseñadores. (Si me he dejado a alguien detrás, mis disculpas)

Y tras todo ese proceso que permitió pulir el texto, un texto que yo había revisado mil veces y aún así necesitaba de ojos expertos y ajenos, “Bajo la línea del paraíso” vio la luz. El día 4 de octubre de 2023 tuvo lugar la presentación en la biblioteca pública municipal José Saramago, en Mairena del Aljarafe.

Como decía al principio, estaba histérica. Había estado sumergida en el proceso, en todos y cada uno de los pasos, había sufrido y disfrutado a partes iguales. Ahora tocaba dar a conocer mi obra al público, y no a cualquier público, porque las personas que me acompañaron eran mi madre, marido, hija, hermanos, sobrinos, el resto de mi familia de sangre y mi familia de vida, amigos y vecinos. Todos estaban allí arropándome en ese momento tan maravilloso e imprevisto.

Es curioso, mi mente vuela cuando la palabra es escrita, pero no soy una persona con facilidad de palabra cuando me tengo que expresar con sonido. Si además tengo frente a mi tanta gente a la que conozco, todavía me resulta más difícil. Es curioso, pero lo he comprobado en estos meses. Ante desconocidos casi pierdo la vergüenza. Pero ese es otro tema.

El caso es que aquel día estaba ante todos ellos histérica, emocionada, orgullosa, avergonzada, insegura, feliz. Y a pesar de todo disfruté de cada minuto, saboreé mi momento. Espero que vengan más, pero ninguno será como ese. La satisfacción que me produjo tenerlos a todos allí, ver sus caras de ilusión porque compartían la mía, la expresión de orgullo de mi familia, los nervios compartidos porque todo saliera bien. Eso no se volverá a repetir de la misma manera. Habrá, ha habido, otras ocasiones, pero como aquel día, ninguno.

Soledad Vela Ortega

@solev_ela


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Réquiem (M. H. Bañón)

Mi infancia son recuerdos de un patio, donde madura el limonero.

A la mierda San Valentín